Marihuana medicinal: el “delito” de aliviar el dolor a un prójimo que sufre

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Ana Álvarez Rudas, la madre cuyo derecho a defender la salud de su hijo le ha valido una denuncia fiscal.

Escribe Manuel Cadenas Mujica

 

Es muy simple: toda medicina es una droga. Toda. Que sean “buenas” o “malas” no tiene por qué depender de lo que dicte la industria farmacéutica, parte interesada. Pero sucede que la palabra marihuana tiene connotaciones sociales–morales–penales que la colocan al borde del precipicio, como ha comprobado con rudeza Ana Álvarez Rudas, representante del colectivo Buscando Esperanza Perú, a quien el Ministerio Público formalizó denuncia penal por el delito de buscar la salud de su hijo de cuatro años que sufre de severas convulsiones.

Como si la actividad que realizan estas madres y familiares de personas, que padecen enfermedades crónicas o terminales para las que no existe medicación que las alivie, no fuese conocida públicamente y no se les estuviese dando atención en estos momentos en el Parlamento Nacional, la autoridad fiscal pierde tiempo y recursos valiosos que debería dedicar a la búsqueda de verdaderos delincuentes en el hostigamiento legal contra ciudadanos como Ana Álvarez, como si no fuese ya suficiente con el calvario que les toca vivir al lado de sus seres queridos agobiados por estos males.

Denuncia penal contra Ana Álvarez. Una burla a su dolor de madre.

¿Qué busca el magistrado Hugo Salvatierra de la Quincuagésimo Segunda Fiscalía Penal de Lima con esta medida que deviene en amedrentamiento abusivo? ¿Acaso no conoce tampoco que un día antes de formalizar la denuncia contra esta valiente madre, la Comisión de Defensa del Congreso aprobó la ley que permitirá el uso medicinal de los derivados de la marihuana? ¿También dispondrá alguna otra medida contra quienes marchemos este sábado 23 en favor de leyes que permitan a estos compatriotas aliviar tanto dolor?

Un mínimo de criterio tendría que primar en la administración de justicia del país… ¿o será pedir demasiado? Es cierto que el Ministerio Público tiene un deber que cumplir, pero ¿tiene que ser tan, pero tan selectivo que, mientras el país se debate por la inseguridad que provoca el verdadero narcotráfico, el sicariato, los “marcas”, los asaltantes de todo tipo, violadores, pedófilos y toda raza de corruptos, escoja a una ciudadana que evidentemente no es ninguna de esas cosas para saciar su “sed de justicia”?

Pero lo más irónico y hasta cruel de este caso ha sido que el fiscal Salvatierra dispuso denunciar a esta madre de familia no solo por “tráfico ilícito de drogas en agravio del Estado” –¿o será más bien el agravio de los lobbys farmacéuticos y médicos que ven en esta sustancia el fin de sus negocios indolentes?–, sino también por la comisión del ¡delito contra la salud pública! ¡Si es precisamente lo que estas sacrificadas personas están defendiendo!, el derecho a la salud, a su salud y la de sus familiares, consagrado en nuestra Constitución Política, ley de leyes. ¿Cómo se puede afrentar su lucha con una calificación penal como esa?

Pero lo más irónico y hasta cruel ha sido que el fiscal Salvatierra dispuso denunciar a esta madre de familia también por la comisión del ¡delito contra la salud pública!

Felizmente congresistas del oficialismo como Alberto de Belaúnde, así como un sólido grupo de parlamentarios de otras bancadas que integran la Comisión de Defensa, han hecho honor a su nombre al escuchar y defender a Ana Álvarez y, en ella, a todas las personas que buscan la legalización del uso de los derivados de la marihuana con fines medicinales, pero no para que la industria farmacéutica encuentre otra veta en que saciar su avaricia importando el aceite de cannabis a precios inaccesibles para un peruano promedio, sino para que sean asociaciones de usuarios quienes lo produzcan a precios razonables.

Esperamos que el Ministerio Público recule en esta medida insensata. Que el presidente PPK se conduela del drama de estos ciudadanos. Que el Pleno del Parlamento apruebe por unanimidad esta ley cuando llegue a sus manos y las voces “piadosas” no brillen o por su ausencia o por su obsecuencia, sino por su compasión. Y que toda la sociedad se libere de prejuicios sin sustento y hagamos causa común con nuestros compatriotas y su dolor. No merecen que se les haga sufrir más aún de lo que ya sufren.

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