Una marea roja asoma en el horizonte. Olas de huelgas y marchas con que la izquierda peruana pretende inundar la agenda política peruana de cara al irresistible bocado que le resultan las elecciones regionales y municipales de octubre, y a las generales de 2021. No hay que dejarse distraer por sus consignas ni por su verbo encendido. Es solo codicia de poder, alimentada por lo que creen su oportunidad de oro: el desgobierno pepekausista.

No hay que dejarse distraer tampoco por sus aspavientos. La verdad es que cualquier político con dos dedos de frente sabe que, con el indulto a Alberto Fujimori, el presidente PPK ha asestado un golpe de mano del que difícilmente se podrá reponer inclusive el propio fujimorismo.

¿De veras se cree que los reclamos ante la CIDH incidirán gran cosa? Tan ducha en estos menesteres, la izquierda peruana sabe perfectamente que solo conseguirá un nuevo caballito de batalla, viento que sople para que su nave consiga hacerse a la mar y llegar al puerto electoral que persiguen. Lástima por los deudos de las víctimas de aquellos crímenes por los que se condenó a Fujimori. Que se les use así…

La verdad es que la decisión del anodino presidente peruano ha dejado a izquierdas y derechas en verdadera zozobra. Los vemos aturdidos en Parlamento y calles intentar adhesiones masivas, sin verdadera convocatoria. Al lado de los millones de peruanos promedio, indiferentes ante estos vaivenes de los poderes y las ambiciones, ¿qué representan en verdad unos pocos miles que marchan?

Al lado de los millones de peruanos promedio, indiferentes ante estos vaivenes de los poderes y las ambiciones, ¿qué representan en verdad unos pocos miles que marchan?

A lo cual se suma un factor que las fuerzas partidarias no consiguen sopesar en su real magnitud, todavía sacudidos por la decisión del 24 de diciembre pasado: que a diferencia de todos los involucrados en el dramón político peruano, Pedro Pablo Kuczinsky no tiene futuro político que cuidar. Así lo viene demostrando en todas sus decisiones recientes, políticamente incorrectas por donde se les mire, aunque pataleen los sectores que mamaron de las ubres del poder en los últimos 17 años. Le importa poco o nada. Asúmanlo.

Las fuerzas políticas no terminan de aceptar que Pedro Pablo Kuczynski es un presidente sin futuro político que cuidar.

Librado de la vacancia por incapacidad moral, cuando se cumpla su mandato en 2021, será un octogenario al que difícilmente se le podrá pedir cuentas de sus actos u omisiones… si llega a tal fecha con la gracia de la vida. Además, estaremos ocupados todos en el Bicentenario patrio.

No hay peor consejo que el que no se solicita, y en ese sentido me eximo de señalar a izquierdas y derechas cómo afrontar esta verdadera encrucijada. Ahí Gregorio Santos y Verónika Mendoza parecen buscar la manera juntos, lo que pocos hubieran imaginado.

Sí, en cambio, nos toca a los ciudadanos electores tener el ojo muy atento a cada movimiento en el escenario político. En ese sentido, si alguna lección nos ha dejado este periodo insólito de la vida nacional es que nuestro problema no es económico sino político; no es del modelo, sino de la constitución moral de quienes nos gobiernan. Nadie ha salido bien librado de eso.

Sobre todo, necesitamos gente capaz, honesta e íntegra en la conducción del país, no el primer hueleguisos que come o deja de comer chicharrones, carga niños, habla engolado o incendia la pradera con promesas de paraísos igualitarios sin esfuerzo alguno.

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