En los recientes días se ha enfatizado el vínculo que tuvo el actual ministro de Defensa, José Huerta, con el entorno montesinista. Sin embargo, no es el único personaje del actual gabinete Villanueva que estuvo muy cerca del régimen fujimorista, como demuestra el documento oficial publicado en las normas legales del diario El Peruano, el 16 de octubre de 1998.
Se trata de la Resolución Suprema 464-98, en que se designa la comitiva que acompañará al jefe de Estado a Portugal para la VIII Cumbre Iberoamericana. Entre los acompañantes, además del flamante canciller Fernando de Trazegnies (que había reemplazado días antes a Eduardo Ferrero), congresistas como Agustín Mantilla y el secretario de prensa de Palacio, Carlos Orellana, aparecen la ex primera dama Keiko Fujimori y el ministro consejero Néstor Popolizio.

Lo que puede leerse solo como el cumplimiento de sus funciones diplomáticas tiene, en realidad, otros alcances. Fuentes cercanas a Cancillería que vivieron aquellos días recuerdan que, si bien se trata de un diplomático de carrera, Popolizio se identificaba con el mismo sector del excanciller Ricardo Luna, su antecesor, a quien el abogado Alberto Borea ha identificado como profujimorista, pues durante el régimen de los años noventa apoyó el retiro de Perú de la CIDH, propuesto por Fujimori.
“Luna fue embajador hasta 1999, es decir, prácticamente todo el gobierno de Fujimori, y sí era un defensor y propulsor [del retiro del Sistema Interamericana]. No solo defendía los exabruptos, sino que hacía una tarea proactiva para el retiro del Perú de la CIDH y Corte IDH. Lo que pasa es que tenemos corta memoria”, señaló hace unos meses Borea al programa No Hay Derecho, de Ideeleradio.

Pero si esto puede parecer todavía especulativo, no lo es a la luz de lo ocurrido unos meses antes ese mismo año, cuando por orden de Eduardo Ferrero, Néstor Popolizio se encargó de recibir el desvío de casi medio millón de dólares desde las oficinas del ex Servicio Nacional de Inteligencia (SIN, donde operaba Vladimiro Montesinos) hasta la sede de Torre Tagle.
La estrecha relación entre Eduardo Ferrero y Vladimiro Montesinos ha quedado plenamente establecida en varios videos grabados en la salita del SIN por el nefasto exasesor de Alberto Fujimori. Aunque posteriormente Ferrero ha negado que Montesinos haya intervenido en la política exterior peruana, los videos demuestran lo contrario. Pero, además, las conversaciones revelan cómo Ferrero consultaba a Montesinos sobre la mejor manera de bloquear las investigaciones periodísticas de varios medios de comunicación.

El 29 de mayo de 1998, por orden de este Ferrero, Néstor Popolizio –hoy flamante canciller del gabinete de César Villanueva– trasladó junto con su colega Ignacio Higueras la suma de 451 343 dólares desde el SIN hasta lo que hoy es su despacho en Cancillería. En efectivo. Tres años después, investigado por la Inspectoría General de Torre Tagle, ya en el régimen de Valentín Paniagua, Popolizio confesó. Higueras también. Lo hicieron por orden expresa de su jefe, dijeron; estaba destinado al pago de tres juristas extranjeros, adujeron. Era un tema de seguridad nacional, justificaron.
Pero, como funcionario público de su rango –en ese momento se desempeñaba como director del Gabinete de Asesores del Ministerio de RR EE–, ¿se preguntó Popolizio si ese era el origen y conducto regular para una operación de esa naturaleza, que el Servicio de Inteligencia Nacional destinase fondos en efectivo para un pago de honorarios relacionado con la Cancillería? El funcionario que hoy custodia los intereses del país en materia de relaciones exteriores, no se hizo ninguna de esas preguntas. Solo obedeció.

No fue el único en no cuestionar nada. Tampoco lo hizo el fallecido contralor Genaro Matute. Pese a los dos contundentes informes de la Inspectoría General de Torre Tagle, decidió archivar el caso señalando que solo hubo “fallas de forma”. Así quedó expedito el camino para que, en 2005, Néstor Popolizio, junto con Ignacio Higueras y el hermano del contralor, Daul Jesús Matute, fueran ascendidos al grado de embajadores. De acuerdo con versiones periodísticas, la antesala de estas decisiones fue un almuerzo entre Eduardo Ferrero y Genaro Matute en el restaurante Al Fresco de San Isidro.

Es importante señalar que al hermano de Matute se le recordaba por su paso como segundo de la legación peruana en Tokio al lado del cuñado de Alberto Fujimori, Víctor Aritomi, y por su trabajo en Washington como segundo del embajador Ricardo Luna. Círculo cerrado.