¿Qué cualidades debe tener un presidente del Congreso? Siendo representante de todas las bancadas, y no solamente de la suya, una primera virtud de quien va a conducir el Parlamento será la capacidad de concertación y el ánimo conciliatorio. En este quinquenio, pese a que la mayoría parlamentaria no se distingue precisamente por esa disposición, quienes han asumido ese encargo se han esforzado en ponerse a la altura de las circunstancias.

 


Luz Salgado, veterana parlamentaria fujimorista, supo cuando quiso hacer de tripas corazón y anteponer el encargo a las vehemencias habituales. Se lo reconocen propios y extraños, como presidenta del Congreso, cuando menos en materia de armonizar los ánimos, mantuvo la calma y contribuyó a un buen desenvolvimiento congresal.

una primera virtud de quien va a conducir el Parlamento será la capacidad de concertación y el ánimo conciliatorio

Con Luis Galarreta, la cosa ha sido dispar. Se le conoce también por su disposición a la polémica, con cierta habilidad verbal y agallas forjadas en sus experiencias partidarias, aunque también alguna ponderación; por eso la Mesa Directiva del Congreso ha tenido en él un férreo defensor de los fueros parlamentarios, a veces hasta la exaltación, igual que un moderador oportuno y, a la vez, un obtuso y recalcitrante sectario de su bancada.

Pero ninguno de esos dos casos se asemeja, ni de lejos, a la posibilidad manifiesta e inminente de que Daniel Salaverry sea el próximo presidente del Parlamento de la república. Hoy la bancada de Fuerza Popular ha confirmado que este congresista es su candidato para suceder a Galarreta, acompañado por Leyla Chihuán en la primera vicepresidencia, Úrsula Letona como vocera principal, y Karina Beteta y Alejandra Aramayo como voceras alternas.

Si algo ha caracterizado a Salaverry desde el 28 de julio de 2016 es la confrontación. Confrontación áspera, sin tamices ni matices. Beligerancia que ha alcanzado cuotas de exaltación mayúsculas con expresiones realmente estridentes siempre al referirse a sus adversarios políticos. Un lenguaje verbal y no verbal cargado de pólvora.

¿Cómo hará ahora que le toque conducir el Congreso de todos los peruanos? Lo que se prevé es un mayor endurecimiento de posiciones en la mayoría fujimorista, si eso no se creía posible. Con actitudes y decisiones que menosprecien todavía más a las minorías parlamentarias. Enfrentamientos abiertos con el Ejecutivo e instituciones como el Tribunal Constitucional, que está en su mira. Un panorama verdaderamente sombrío en momentos en que la población asigna apenas un ocho por ciento de aprobación a este poder del Estado.

Si algo ha caracterizado a Salaverry desde el 28 de julio de 2016 es la confrontación. Confrontación áspera, sin tamices ni matices. Un lenguaje verbal y no verbal cargado de pólvora.

La conferencia de prensa en que anunció su candidatura ha sido más que elocuente. Salaverry, en ese tono punzante que lo caracteriza, ha anunciado escuetamente que se enfocará en la institucionalidad y el respeto del orden constitucional (léase en mantenerse impermeables a los cuestionamientos a sus decisiones) y que su agenda se dedicará a las reformas del sistema de justicia (entiéndase, a corregir a otros menos a sí mismos).

No hubo preguntas. Se retiró de inmediato, mal presagio. Ojalá que nos equivoquemos.

 

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