Por Manuel Valencia Arguedas
Estamos como estamos, porque el país no ha logrado consolidar la construcción de una ciudadanía en el término más pleno de la palabra. Hay un bache ya marchito para generar una sociedad de bien como ciudadanos de bien.
Una ciudadanía responsable, pacífica y autorregulada. Con derechos y obligaciones y cuyo principal objetivo es mejorar el bienestar público.
Lamentablemente en el Perú estamos muy lejos de ese ideal y los diferentes grupos ciudadanos que conforman la sociedad realizan acciones que sólo buscan el beneficio individual, desvinculándose de una ciudadanía plena.
En el Perú todos creen que su opinión es la verdad absoluta y se muestran intolerantes ante posiciones distintas y/o opuestas. Y la falta de respeto al país, el Estado y las normas más básicas de convivencia son el pan de cada día, porque entienden o creen que les asiste la razón.
La ciudadanía plena de todos los ciudadanos es imprescindible para el buen funcionamiento de una democracia sólida, porque en una democracia endeble, donde no todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones, la democracia es deficitaria y por ende los postulados de la ciudadanía no se pueden cumplir.
Ser ciudadanos responsable no es solo votar para elegir a autoridades locales, regionales, a congreso y al presidente de la República y después quejarse porque su candidato hace lo que no prometió. Ser ciudadano es una práctica vital, que evoluciona, que tiene vida, que participa en los procesos de cambia del país, que vela por el bien común y no de una determinada comunidad o colectivo. ¿Distinguimos algo de eso en el país que ahora nos toca vivir? ¿Respetamos para que nos respeten? ¿Nos llevamos la basura que generamos cuando salimos a pasear o la tiramos al basurero llamado país desde la ventana de tu nuevo auto? ¿Te es sencillo decirle buenos días a quién pase por tu lado, qué tenga un buen día? ¿Te resulta difícil tratar bien a la persona que te ayuda en casa con las tareas de hogar? ¿Eres flexible como el pago de coima para evitar hacer cola para un trámite? ¿Respetas los lugares para personas con capacidades especiales? ¿Te estacionas a mitad de vereda porque tu Audi merece el espacio destinado a los ciudadanos?
Por otro lado, hoy contamos con “colectividades” que ven como modelo a seguir a avezados delincuentes, con el ultra carro moderno, la pistola más letal, su rubia de copiloto y los bolsillos llenos de dinero fácil, producto del asalto, la estafa, el narcotráfico y la galopante corrupción estatal y privado que se ventila a diario en las multiplataformas de los medios de comunicación más importantes del país, la mayoría de señal abierta.
La ciudadanía, en su acepción clásica, se corresponde con un estatus jurídico y político mediante el cual el ciudadano adquiere, respecto a una colectividad política, unos derechos como individuo-civiles, políticos, sociales- y unos deberes-impuestos-. En su acepción moderna, se corresponde con el derecho y el deber de participación en la vida colectiva y democrática de un Estado.
Para tener el país que queremos debemos consolidar ciudadanía y el camino es muy largo y tedioso.