Una nota titulada “Ousting Perú’s president would do more harm than good” publicada por el diario norteamericano Washington Post el pasado 19 de diciembre, da cuenta de la grave situación política que viene atravesando nuestro país a raíz del #CasoOdebrecht.
Aquí reproducimos la nota en castellano (puede leerla en su versión original en inglés aquí)
Derrocar al presidente de Perú hará más daño que bien
Por: Muro Editorial / Washington Post
El escándalo por corrupción que interrumpió el gobierno de Brasil por casi cuatro años, se ha ido extendiendo lentamente por toda Latinoamérica, gracias a las confesiones de una compañía de construcción que pagó cientos de millones de dólares en sobornos en más de una docena de países. El vicepresidente de Ecuador ha sido sentenciado a seis años de prisión la semana pasada por aceptar pagos de la compañía de construcción Odebrecht, y el presidente de Venezuela Nicolás Maduro ha sido acusado por un gerente de la compañía de recibir contribuciones de campaña a cambio de contratos.

En ninguna parte el daño ha sido mayor, sinembargo, que en Perú, donde dos expresidentes han sido acusados de crímenes -y un tercero podría ser destituido de su cargo esta semana. Lo que empeora el problema es que el Presidente Pedro Pablo Kuczynski, el blanco de una votación de distitución dirigida por la oposición, programada para el jueves, no ha demostrado ser culpable de ningún mal, aparte de engañar al público.
No cabe duda de que la frágil democracia de Perú fue penetrada y corrompida por Odebrecht, que admitió en un acuerdo con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos en el año 2016, que pagó 29 millones de dólares en sobornos en el país andino. Pero la compañía ha dicho que no hizo ningún pago ilegal al señor Kuczynski, un exbanquero de Wall Street que tomó el cargo hace apenas 16 meses atrás en una plataforma anticorrupción. En cambio, pagó unos 4.8 millones de dólares a dos empresas de consultoría de propiedad del señor Kuczynski o a un asociado cercano en el transcurso de una década.
El señor Kuczynski, quien estuvo sirviendo en un gobierno anterior durante algunos de los contratos, dice que se recusó a si mismo y no sabía acerca de esos trabajos. Ha dicho que ha estado involucrado en una sola transacción, en una consultoría de una proyecto de irrigación, mientras estuvo fuera del servicio público. No hay evidencia de que él haya aceptado sobornos o dinero de campaña a cambio de contratos con el gobierno, el cargo contra los expresidentes Alejandro Toledo y Ollanta Humala. pero el señor Kuczynski hizo declaraciones engañosas, negando hasta la semana pasada, que tuviera alguna conexión con Odebrecht.

Esto ha sido aprovechado por la líder populista que derrotó en las elecciones del 2016, Keiko Fujimori, quien está actualmente en investigación por recibir dinero de Odebrecht. La semana pasada, la señora Fujimori lanzó una moción de acusación contra el señor Kuczynski por “incapacidad moral permamente”, un cargo que no requiere demostración tangible de irregularidades, mucho menos un juicio. Con 71 asientos en el parlamento de 130 miembros, la señora Fujimori recolecta fácilmente los votos necesarios para ordenar una votación para destituir al señor Kuczynski, que sólo controla 18 escaños parlamentarios.
El señor Kuczynski ha manejado mal el asunto de Odebrecht, pero su remoción tan sólo hará más daño a la democracia peruana. Habiendo sido elegido de manera justa, sería derrocado por iniciativa de la oponente perdedora por vagos motivos después de un proceso de una semana. La constitución dice que su periodo debe ser completado por uno de sus dos vice presidentes. Pero la señora Fujimori, quien ya orquestó la destitución de tres ministros del gabineta y apunta a varios jueces de la Corte Suprema, parece decidida a desmantelar el gobierno pieza por pieza, Eso no es luchar contra la corrupción; es abuso de poder.
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