En su cuenta de Facebook, el ministro de Cultura Salvador del Solar, explicó el pedido de renuncia que hizo a su director, Guillermo Nugent, y que acarreó una ola de rumores sobre supuestas presiones desde el fujimorismo para censurar la muestra del LUM. Asegura que si bien pidió evitar sesgos en museo, fue una decisión consensuada.
“Amigas y amigos de Facebook. No suelo utilizar esta vía para comentar asuntos vinculados al ministerio, pero creo necesario hacerlo ahora para esclarecer la situación alrededor de la muestra recientemente presentada en el LUM, que ha dado lugar a comentarios en esta plataforma. Espero que comprendan que no podré responder a sus comentarios como quisiera, sabiendo que seguirán siendo muchas las opiniones que se expresen sobre este delicado asunto. Solo expondré las razones detrás de la decisión de la que soy responsable al encabezar un ministerio de tanta relevancia e integrar un equipo de trabajo del que me siento orgulloso y agradecido.
Desde la primera reunión que tuve con Guillermo Nugent, a poco de haber asumido el cargo, coincidimos en que era muy importante, especialmente en el ambiente de polarización política en el que vivimos, que el LUM se consolidara como un espacio en el que todos los peruanos pudieran acercarse al delicado tema de la memoria con la mirada abierta y, en la medida de lo posible, sin sentirse atacados, excluidos o inclinados a descartar la sola idea de visitar el lugar, de anticipar o suponer el predominio de una visión o posición política sobre otras.
Con esa idea en mente, estuvimos también de acuerdo, en la posibilidad de que el ejercicio de memoria propuesto por el LUM se ampliara esporádicamente más allá de las décadas de los ochenta y noventa. Guillermo me comentó entonces su idea de cubrir la época del caucho, que, de hecho se hizo luego realidad en una estremecedora muestra que recientemente estuvo expuesta en el LUM, antes de viajar a Iquitos, donde la presentamos juntos hace un par de semanas, Adicionalmente, compartí con él la idea de organizar conversatorios en el LUM sobre temas en los que es muy difícil ponerse de acuerdo, invitando a personas representativas de cada posición y claramente comprometidas con el diálogo y un intercambio abierto, argumentativo y sin insultos. La idea de fondo era la misma: reconocer la necesidad de acercarnos como ciudadanos y discutir alturadamente sobre la memoria, de la misma manera en que como sociedad podemos o debemos discutir temas tan relevantes como pueden serlo el aborto, la legalización de las drogas, los alimentos genéticamente modificados o el matrimonio igualitario. Si así ocurriera, se abriría un especio aún mayor para construir un espacio de verdadera discusión republicana –llevando d paso más personas al LUM para que tengan oportunidad de ver la muestra permanente. Guillermo compartía esa idea, o al menos me dio esa sensación.
Comento todo esto porque estas ideas fueron la base de la visión compartida que acordamos para la conducción del LUM, coincidiendo en la vital importancia de protegerlo de todo ataque que pretendiera desacreditarlo bajo el argumento de ser un lugar que da lugar a visiones parcializadas o sesgadas.
Al ver algunas fotos sobre la exposición alrededor del año 1992, que acaba de inaugurarse, llamé a Guillermo para poder ver la exposición completa con él y no guiarme por imágenes aisladas. Previa coordinación telefónica con él, llegue al LUM junto con Denise Ledgard, jefa del Gabinete de Asesores del Ministerio y exdirectora del LUM. Guillermo nos recibió con el equipo del LUM responsable de la muestras. La vimos en conjunto y con tranquilidad. La impresión que me quedó y que compartí con los presentes, más allá de la calidad artística de lo expuesto, es que la muestra despedía una clara sensación general de sesgo que no se corresponde con la que habíamos acordado buscar para el LUM. No hubo oposición a esta impresión, sino más bien reconocimiento, también por parte de Guillermo, de que efectivamente había elementos claramente inclinados hacia una dirección.
Ahora bien, lo anterior es absolutamente legítimo. Se trata de expresiones libres de ideas y posiciones políticas y artísticas. Pero el asunto en cuestión no ha sido ese en ningún momento, como en ningún momento ha habido la más mínima censura al trabajo artístico, que continúa y continuará expuesto conforme lo programado. El propio Guillermo o los integrantes de su equipo podrán atestiguar qué quedó de la exposición artística. El verdadero asunto es si el LUM es el lugar adecuado para una exposición como esa; si esa exposición iba en la dirección que habíamos acordado para la conducción del LUM desde el principio. Y la respuesta es que no, claramente no.
Abrir la posibilidad el que el LUM pueda ser acusado de ser una institución parcializada es, en mi opinión, el peor daño que puede hacérsele. Cualquier persona que ha visitado la muestra permanente puede dar fe del esmerado esfuerzo que se hace por informar al público acerca de todo, pero con el cuidado de buscar la máxima objetividad posible. Cualquier persona que haya leído en informe final de la CVR entenderá perfectamente a qué tipo de esfuerzo me refiero. La distancia que separa la muestra artística de estos parámetros es grande y es muy clara. Pero eso no es responsabilidad e los artistas cuyas obras se exponen. Es responsabilidad del encargado de conducir el LUM dentro del marco de una visión señalada y acordada mutuamente. Y fue en términos cordiales y en medio de un diálogo honesto y transparente, que Guillermo inició mencionando ser consciente de ocupar un cargo de confianza, y que comprendería si esta le era retirada, que le comuniqué consideraba que me correspondía pedirle su renuncia. No por algo personal, por supuesto (lo considero uno de nuestros más lúcidos intelectuales y, de hecho, le comenté que me gustaría que pensáramos en opciones para seguir colaborando con ministerio, quizás alrededor del Bicentenario), sino por un criterio institucional, por haber puesto en riesgo, por un descuido, el que quizás sea el mayor capital de un lugar llamado a ser nuestra ventana a la memoria camino de una sociedad más reconciliada y consciente: su legitimidad.
A quienes me conocen no tengo necesidad de darles mayores precisiones sobre quién soy, cómo pienso o cómo me comporto. Para los demás, solo quiero añadir que, aunque mis posiciones políticas respecto de varios temas son de público conocimiento, que intento comportarme en el desempeño de un cargo público pensando más allá de mis opiniones personales, haciendo mi mejor esfuerzo por tomar decisiones que considero beneficiosa para nuestro país.
Y un último comentario, disculpándome por la extensión ya excesiva de este texto. Es improbable que alguno de nosotros tenga toda la razón. Démosle una oportunidad a pensar bien de las personas y de sus intenciones. No caigamos en el error de asumir siempre que las decisiones son producto de cálculo o de intereses ocultos. Somos muchos lo que no somos así, con independencia de nuestras posibles discrepancias. Es difícil tomar decisiones en situaciones complejas. Mucho más en este ambiente tan crispado que tantas veces contribuimos en mantener. No acusemos ni juzguemos con tanta facilidad, mucho menos sin haber escuchado la otra versión o, en este caso, haber visitado la muestra.
Sigamos discrepando, claro que sí, pero sin destruir los puentes de comunicación entre nosotros que, para este y para tantos otros temas, nuestro país necesita abiertos ahora más que nunca. Un respetuoso saludo a todos.