Por Bruno Ortecho
Una nueva era se asoma mientras otra parece terminar. Aquella es la sensación que transmitió el triunfo del Real Madrid sobre el FC Barcelona a todos los asiduos espectadores del futbol global.
Apabullante, apisonador y categórico son los adjetivos para describir el desempeño del equipo blanco contra los dirigidos de Ernesto Valverde, actuación que no se ve reflejada en el engañoso resultado y confirma que en la actualidad el domicilio del mejor equipo del mundo es el Santiago Bernabéu.
Los méritos, ciertamente, son compartidos por un plantel conformado por más de 20 jugadores, pero en esencia, todas las virtudes recaen sobre un solo personaje: Zinedine Zidane, su técnico.
No solo se trata de una victoria que permitió a los blancos alzar un nuevo título, la Supercopa de España, y seguir atiborrando sus vitrinas de copas. El espectáculo evidenció que la balanza que dirigía el equilibrio de la antítesis más famosa del fútbol está cambiando de inclinación después de casi 15 años: la supremacía madridista sobre la catalana ha resucitado sin objeción alguna.
Luego de ser opacado durante varios años por la época dorada barcelonista, emergida a partir de la dirigencia táctica y revolucionista de Pep Guardiola, ex técnico catalán, el predominio blanco confirma estar a flote nuevamente. Su antecesor, un grupo de cracks que se hacían llamar “los Galácticos” y que enamoraban a todo el planeta con su asombroso despliegue de juego a comienzos de este siglo, no se hacen extrañar más. De hecho, uno de sus antiguos integrantes y figura histórica del Real Madrid es ahora director de esta sincronizada orquesta desde hace tan solo 19 meses, tiempo suficiente para que el colectivo se adjudique un total de 7 títulos.
Aludiendo al relato bíblico, Zinedine Zidane regresó al club que lo catapultó a la historia para rescatarlo de una travesía con episodios de tintes opacos. Ahora en forma de técnico, el heredero del Real Madrid lidera y motiva a un grupo que fue afianzándose poco a poco. Zidane inyectó la confianza necesaria en jóvenes promesas que el club había afiliado en anteriores gestiones deportivas y sin embargo no consideraba utilizarlos.
Las cosas cambiarían cuando “Zizou” se postró en el banquillo y nombres como Casemiro, Kovacic, Nacho, Sergio Asensio, Isco, Lucas Vásquez, Mariano Díaz (ahora en el Olympique de Lyon) y Álvaro Morata (actual jugador del Chelsea), comenzaron a aparecer en la nómina madridista principal. Utilizando maniobras que resultaron sorpresivas en su momento, todos aquellos juveniles terminaron siendo figuras de un plantel extenso y aplicado a su labor. Zinedine Zidane sabe que para ganar había que fracasar; que el talento existe y solo hay que saber explotarlo con la confianza y sabiduría de una figura como la que él representa. Y, sobre todo, que en el fútbol sopesa más lo colectivo que lo individual. El Real Madrid es lo que el Barcelona va dejando de ser.