¿Por qué la historia de Gennet Corcuera requiere de una película? O probablemente debería preguntar ¿por qué es necesario hacer una película sobre alguien que obtiene algo tan común como un título universitario? La respuesta es simple y compleja a la vez: porque Gennet es una persona con discapacidad.

No se me malinterprete. Con esto no quiero decir que la historia de Gennet Corcuera no necesite ser contada o que ella no sea ni heroica ni esforzada, ni que ser la primera persona sordociega en obtener “solo” un título universitario en Europa no constituya un tremendo y excepcional logro, sino más bien todo lo contrario.

Mi punto es que deber decir que la historia de Gennet Corcura es “heroica” o “épica” o incluso resaltar que haya logrado el título universitario revela, a todas luces, una de las deudas más grandes que tiene la sociedad con las personas con discapacidad: la falta de acceso a una educación de calidad e inclusiva.

Como persona con discapacidad he comprendido que la invisibilización ha ocasionado que esta falta de acceso a la educación nos arrime a la precariedad y a la vulnerabilidad, y que este statu quo se acepte de tal manera que la sociedad considere normal que una persona con discapacidad no tenga siquiera educación básica completa o que es alguien excepcional quien haya logrado alcanzar un título superior, y nosotras las personas con discapacidad estamos obligadas a aceptar esta normalización no más porque, tal y como señala Gennet, es bastante agotador y requiere mucho esfuerzo lograr algún tipo de avance en el sentido contrario.

Sinceramente, y me ha pasado infinidad de veces, uno quiere rendirse, quiere tirar la toalla, quisiera dejar de remar contracorriente, quisiera tener siempre la fuerza para enfrentarse a los prejuicios y al sistema que, por lo menos en el Perú, nos aleja de la educación desde la secundaria con la subsecuente condena a una vida de pobreza y dependencia de la ayuda social. Uno quisiera dejar de pelearse con cajeros, con médicos, con funcionarios, con ciclistas y combis. Uno quisiera tantas cosas, pero es agotador y bastante desmoralizador.

Es por eso que la historia de Gennet necesitaba contarse: para romper con esa imposición y con ese prejuicio que nos dice que no podemos, que es tan difícil que no vale la pena. Gennet nos inspira y su historia nos recuerda que, aunque todo sea muy duro y requiera de más fuerza y voluntad de la que se puede imaginar, es posible, es posible, ¡es posible!

“Conseguí saltar por encima de la oscuridad y el silencio”, dijo, y logró el sueño que la acompañó toda la vida: ser profesora. Para muchos este sueño puede ser muy simple, para ella la vida entera. Así que si ella puede, nosotros también.

Gracias, Gennet.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here